Buenos días de lunes, a ver si se me voy organizando con esto de los post, que se me pasan las semanas volando. Tengo un montón de apuntes sobre temas para escribir y por fin me siento a escribir. Hoy elijo: los compañeros de camino.

He pasado un fin de semana muy especial, todavía tengo en la retina (no sé si se queda en la retina o dónde) el solazo que me dio ayer y el verde del campo. Deslumbrada, maravillada y agradecida por la explosión de vida por todas partes. Es en esta Andalucía donde el agua a veces es tan escasa, ahora estamos que rebosamos, ¡me encanta!.

Comparto con vosotros la experiencia que me permití ayer domingo.

Hacía días que no había estado con Bribón. El caballo que me ha enseñado paciencia, tolerancia y presencia. Estos años con él están siendo un máster avanzado en autoconocimiento.

Pues bien después de sesión de ducha, peinado y preparación, nos fuimos al campo. Claro….yo montada y él…conmigo encima. Por aquello que vamos a dar un paseo y parece que eso es lo normal. Así fue, empezamos nuestro paseo pero hubo un momento en que sentí unas ganas enormes de bajarme. Creo que hasta él se sorprendió, me miró con esa mirada de caballo que dice algo así como «a ver ahora qué quieres» y creo que se quedó esperando quieto, en medio de un carril, como diciendo «vamos súbete y continuemos». Pero decidí echar las riendas sobre el cuello y andar a su lado.

Fue tan hermoso y tan simple a la vez que me emocioné. Ir al paso del caballo disfrutando los sonidos, olores, sintiendo su energía y su fuerza, su mirada, su presencia…Es poderosísimo.

Cuando llevaba un rato andando, me vino a la mente el momento que inicié un Camino propio, hace años ya.. y de pronto caí en la cuenta que ese mismo año conocí a Bribón. Además, que todos estos años que llevo de cambios, de aprendizaje y de evolución ¡los he hecho en su compañía!!!. Incondicional.

⇒Si quieres leer un poco más puedes encontrar post que hablan de encontrar Un Ritmo Propio y Tu propio Tiempo. Espero lo disfrutes!

En ese momento lloré y me abracé a su cuello, claro que, como íbamos andando y de pronto me paré, el caballo se paró delante de mi y me miró de reojo, entonces acercó su hocico y me sentí tremendamente afortunada y agradecida.

Hacer un Camino propio exige una gran dosis de valentía y de decisión. Desde el momento en que te tiras a la piscina y lo decides, empiezas una aventura. A veces el camino no está ni trazado, tienes que desbrozar y pincharte. Otras veces hay que pararse en la cuneta y tomar fuerzas. Posiblemente, se haga tan empinado que dan ganas de abandonar, pero siempre, siempre es necesario contar con cómplices, guías, maestros, amigos, colaboradores, que nos ofrezcan ese sabio consejo, que nos hagan mirar hacia dentro. Esos compañeros que nos ofrezcan su hombro para reposar y que nos recuerden la fuerza que tenemos para recorrer el camino.

Yo he tenido maestr@s generos@s, amig@s incondicionales, familia amorosa y también a …..Bribón y otros muchos caballos, que han sido todo eso y más.

Bribón Incondicional.

Si les contara…cuántos días estuve:

  • vagando por la Sierra, disfrutando bajo el sol de verano, la lluvia y la tormenta,
  • yendo a ver y contarle mi preocupación y mis logros,
  • sentada en el suelo y su sola compañía me ha relajado,
  • meditando a su lado y encontrando en mi la luz para seguir adelante.

Cada día que pasa doy gracias por estar consciente y hacer un camino propio, cada día que pasa doy gracias por todos los que me acompañan y bendigo el día en que Bribón llegó a mi vida.

Ojalá que tú también hayas encontrado tu Camino propio y lo estés compartiendo y disfrutando.

Si quieres comentar en este post, te invito a que escribas en el espacio de los comentarios. Gracias y ¡seguimos en el Camino!